martes, 28 de abril de 2020

Cuentos latinoamericanos grado 6°


Buenos días niñas, espero que están muy bien. Les recuerdo que hoy iniciamos el segundo periodo de Lengua Castellana.

Actividad #1 

1. Realizar en el cuaderno el separador del segundo periodo muy bonito y con mucho amor.
2. Escribir en el cuaderno las temáticas para el segundo periodo (la idea de este periodo de virtualidad es trabajar mucho la comprensión lectora).

TEMÁTICAS SEGUNDO PERIODO

-El texto narrativo
-Funciones del lenguaje
-Signos de puntuación
-Comprensión lectora


3. Descargar el archivo de los cuentos latinoamericanos que aparece aquí abajo:




DESCARGAR


4. leer el cuento de Horacio Quiroga que se llama: "La gallina degollada".

5. En el cuaderno de español, escribir una pequeña biografía del autor del cuento.

6. En el trascurso de la semana les estaré enviando las preguntas de comprensión lectora para este cuento, las cuales deben enviar a mi correo.

Klaudia




lunes, 27 de abril de 2020

Estudiantes del grado 6° que deben presentar taller de recuperación



NOTA: El taller de recuperación se debe enviar  al correo electrónico klaudinha217@gmail.com hasta el día miércoles 29 de abril de 2020.

Estudiantes resaltadas con color amarillo enviaron recuperación.


6°1

García Holly
Hernández Luciana
Ochoa Nayiber
Quiceno Jireth
Rivera Ana Sofía


6°2

Agudelo Jennifer
Bedoya Stefany
Betancur Mariana
Ochoa Sofía
Pelaez Valeria
Posada Mariana
Villegas Nicol

6°3

Bedoya Salome
Fernández Dayerlin
Gómez Jelen
Guzmán Alison
Henao Sofía
Ibarra Andrea
Jaramillo Valentina
Lopera María Alejandra
Múnera Sara
Murillo Laura
Pizza Sara
Quintero Isabela
Vásquez Samantha

6°4

Cardona Isabela
Espinosa Salome
Gaviria Mariana
Giraldo María Elizabeth
Gómez Ximena
Gómez Juanita
Morelo Eva
Castro Michell
Palacio Laura
Perez Anny
Piñeros Geiny
Ruiz Maria Fda.
Valderrama Luciana
Zuluaga Samantha

6°5

Arroyo Maria Teresa
Betancur Luisa
Carvahlo María José
Espinosa Valentina
Losada Melanny
Misas Mariana
Muños Sara
Patiño Lesly
Roldan Astrid
Romaña Danna
Sánchez Darolyn
Suarez Daniela
Velásquez María Paulina






jueves, 23 de abril de 2020

Presentación de prueba bimestral de Lengua castellana grado 6°


Fondo mujer dibujos animados confirmando lista de comprobación ...


Buenas tardes estudiantes del grado 6°, les informo que ya está disponible la prueba bimestral en el Master, para que por favor la presenten; recuerden que deben ingresar con su usuario y su contraseña.
esta prueba estará disponible hasta el lunes 27 de abril de 2020 a las 2:00 PM.

Muchas gracias

Klaudia

Actividad de recuperación de Lengua Castellana grupo 7-1 (Solo para las estudiantes que pierden para el primer periodo)


REFUERZO GRUPO 7.1 ESPAÑOL PRIMER PERIODO 2020

Docentes: Claudia García y Gloria Deossa



1.       Lea la siguiente crónica y conteste la actividad



La niña más odiosa del mundo

No hubo en mi infancia una niña más antipática que Socorrito Pino. Confieso que en muchas oraciones le pedí a Dios que la dejara calva, que no le salieran de nuevo los dientes de arriba, o que, en el mejor de los casos, se la llevaran –con dientes y cabello, no importa– al punto más remoto de la Tierra, donde jamás volviera yo a saber de su vida.
Aún hoy estoy convencido de que aquel fastidio era justo: Socorrito Pino arruinaba mis alegrías, y parecía tener entre ceja y ceja el propósito de no dejarme tranquilo ni un minuto. Cuando yo peleaba con mi hermana Chari, ahí aparecía Socorrito como convidada de pesadilla, para impedir que le pegara. Lo hacía interponiéndose entre mi hermana y yo o poniéndole quejas a mi abuelo.
Cuando, después del baño, me ponía frente al espejo para peinarme, la muchachita insistía en que yo estaba perdiendo el tiempo, pues las peinadas no hacían milagros.
Muchas de mis siestas, que en aquella época eran sagradas, fueron interrumpidas bruscamente por Socorrito Pino, que me jalaba los dedos de los pies y luego salía corriendo, con una risita de triunfo que me taladraba los nervios. Como vivía metida en mi casa a toda hora, conocía el penoso secreto de que yo, con doce años, todavía me orinaba en la cama, y hasta se atrevía a preguntarme si aquello no me parecía vergonzoso. Un día llegó al extremo de decirme que ella no creía que yo mojara la cama por enfermedad sino por la pura pereza de levantarme por las madrugadas.
En otra ocasión, Socorrito Pino pasó por el parque en el preciso momento en que yo le pegaba un chicle en la cabeza y le gritaba groserías a un compañero que había desperdiciado un gol fácil. Enseguida, hizo un gesto acusador con el dedo índice, y aunque no entendí lo que me dijo, deduje que se lo iba a contar a mi abuelo. Dicho y hecho: mi abuelo me asestó una muenda realmente memorable.
En medio del llanto, le eché a Socorrito la culpa de lo que me había pasado, pensando ingenuamente que le remordería la conciencia. Lo único que conseguí sacarle fue una frase fría que, además, encubría nuevas amenazas:
–Nada de eso – dijo, con una cierta resolución adulta–. Los niños no deben decir malas palabras.
No voy a dármelas de Santa Claus. De hecho, como pueden colegir por la escena del parque, yo no era, como decía mi abuela Elvia, ninguna pelusita inofensiva. Pero juro que a Socorrito Pino jamás le di pie para que invadiera todos los espacios de mi vida, para que no me dejara respirar ni cuando jugaba futbol ni cuando dormía. Jamás le busqué el lado. Nunca fui a su casa –que quedaba en la misma calle donde yo vivía– a molestarla. No me levantaba por la mañana maquinando planes que pudieran afectarla, a diferencia de ella, que sí parecía concentrada en el proyecto de destruirme. Socorrito Pino se movía por donde quiera que yo me moviera, y me amargaba los días con una eficiencia digna de mejor causa.
Hay que aclarar que Socorrito siempre encontró en mí una respuesta proporcional a su falta. Por ejemplo, la tremenda zurra que me dio mi abuelo el día que ella me delató por lo del parque, fue correspondida, dos días después, con un feo golpe en el cogote que la puso a chillar durante varios minutos.
Siempre me desquité de ella, aunque no fuera en forma inmediata. No recuerdo que le haya pasado una sola ofensa por alto: siesta que me dañaba Socorrito a las tres de la tarde, estaba debidamente vengada a las cinco o, a más tardar, a la mañana del día siguiente. Esto no resultaba tan difícil, porque a pesar de que Socorrito siempre huía a las carreras, tarde o temprano regresaba.
La verdad sea dicha: muchas veces fui más brusco de lo que ella había sido conmigo. Y, sin embargo, no me arrepentía, porque la gracia no estaba sólo en ajustarle las cuentas sino en amedrentarla para que nunca más se apareciera por mi vista. Vano empeño: después de mi golpe, venía su llanto; luego, el retiro de ella hacia su casa y al rato estaba de nuevo al lado mío, como si nada, dispuesta a una nueva maldad.
Socorrito Pino tenía un cabello negro y abundante. “Un cabello lindo”, decía la gente. Bueno, eso sería cuando estaba seco, porque cuando estaba mojado, recién peinado, llevaba una horrible raya torcida en la mitad. En todo caso, la atracción que yo sentía por ese pelo no parecía estética sino vandálica: allí me cobraba todos los desmanes de su dueña. La muchacha vestía con descuido, siempre descalza y siempre con los dobladillos del vestido zafados. Aparte, daba la impresión de estar siempre sucia. Yo sentía muchísima rabia cuando mis tías decían que era bonita.
Con sus dientes pasaba algo parecido: todo el mundo decía que eran bellos, menos yo, que simplemente los veía como un arma despreciable. La situación llegó al punto en que yo le pegaba hasta cuando no me hacía nada, sólo por su repelencia de existir y colocarse a mi lado con ese aire de niñita autosuficiente. No sé por qué Socorrito nunca se quejó ante su hermano Fernando, un gigantón de quince años que tenía atemorizado a medio pueblo de Arenal. Confieso que esa posibilidad me producía pánico.
Una vez, estaba yo jugando parqués, solo, y ella se arrimó, agarró los dados y terminó metida en el juego, sin tener la cortesía de dejarme ganar, como recompensa por haberle aceptado su descarada autoinvitación a la mesa. Lo peor no fue eso, sino que se burló de mi derrota con verdadera desconsideración.
Ese día la mordí en un brazo, le dije que me dejara en paz y, como si fuera poco, me mofé de su manera de pronunciar las palabras. Ella se fue llorando con histeria, como siempre. Y, también como siempre, con una aparente mansedumbre en la mirada, como si el malo fuera yo, como si ella no fuera capaz de matar una mosca. Eso era, en realidad, lo más raro: que ni cuando lloraba por mis castigos ni cuando ella me hacía una maldad a mí, había en sus ojos ninguna gota de rencor.
En menos de media hora volvió a la carga, con más bríos y con nuevas insolencias: yo dormía en el cuarto de mi tía Libia, y Socorrito me arrancó de la siesta con un apestoso chorro de vinagre sobre la cara. Esa fue la última vez que la vi y eso fue todo lo que vivimos: una historia de impertinencias, brusquedades y patanería.
Así hubiera seguido, quién sabe hasta cuándo, el círculo vicioso, de no ser porque la familia Pino Villalba se trasladó a Cartagena en busca de nuevos aires. Puedo asegurar como que dos y dos son cuatro que a la vuelta de unas horas ya ni me acordaba de que Socorrito Pino existía.
Lo que pasó después con nuestras vidas, la de ella y la mía, carece de todo interés. Por lo menos, para este relato. Baste decir que ambos nos alejamos de Arenal.
Lo realmente maravilloso de esta historia ocurrió después de casi veinte años, en diciembre de 1995. Fue en la casa de Alberto Ramos, mi abuelo.
Cuando llegué, estaba mi abuelo conversando con una mujer que, de lejos, lucía estupenda.
¿Sí te acuerdas de ella? –me preguntó mi abuelo con una sonrisa.
No lo dudé ni un segundo: era Socorrito Pino, idéntica, como si apenas hubieran traspuesto su cara del pasado a este cuerpo formidable de hoy. Que estuviera igual implicaba que ya desde niña había sido atractiva. Sólo que yo no quise verlo, por la antipatía que sentía por ella. O tal vez fue que no pude verlo, por física torpeza.
Sí, claro, ella es Socorrito Pino –dije, un poco aturdido.
En cambio la mujer lució fresca, deliciosamente fresca, cuando mi abuelo le preguntó si se acordaba de mí. Su respuesta todavía me sobrecoge el corazón:
¿Cómo me voy a olvidar de él, señor Albertico, si fue mi primer novio?




a.      Explique por qué este texto es una crónica.

b.      Indique y explique cómo se presentan los elementos de la narración en esta crónica (narrador, espacio, tiempo, personajes, acciones)

2.       Explique las diferencias entre signos verbales y no verbales

3.       Recorte y pegue imágenes que correspondan a señales y a símbolos (por lo menos tres de cada uno) y explique su significado.

4.       Si usted no escribió la crónica la debe presentar como refuerzo.


Nota: Este refuerzo se debe realizar en Word y enviar el día 27 de abril al correo de la profesora Gloria Deossa: gadeossa@gmail.com 

domingo, 19 de abril de 2020

Guía #1: Comprensión lectora- grupo 7°1

Guía #1: Comprensión lectora

1. lee el siguiente texto y responde las preguntas de la 1 a la 10.




En el amanecer del 12 de octubre de 1492, El navegante Don Rodrigo de Triana descendió al interior de la carabela y comenzó a dar voces llamando del sueño al señor Jacobo el historiador, a Lope tenido por muy suelto de lengua, a Pedro el escribiente y a todos sus acompañantes a quienes puso por testigos, una vez estuvieron en la cubierta de la embarcación.
-voto al diablo- les dijo 
¡ay de vosotros si os olvidas de aquesto! 
Y rápidamente ascendió al palo mayor de la carabela y con el pecho muy henchido de aire y el gesto entre marcial y beatífico gritó para la posteridad: ¡¡¡ TIERRA!!!

1.  Llamar del sueño significa:
A-   Importunar
B-   Estorbar
C-   Despertar
D-   Alistar

2. Un gesto entre marcial y beatífico, combina los gestos individuales de:
A-   Militares y santos
B-   Militares y religiosos
C-   Santos y religiosos
D-   Santos y soldados

3. Los siguientes fueron llamados del sueño, excepto:
            A-Rodrigo
            B-  Pedro
            C- Lope
            D- Jacobo

4. Entre marcial y beatífico es un gesto de:
A-   Adustez
B-   Irreverencia
C-   Anonadamiento
D-   Incredulidad

5. Uno de los oficios de los navegantes no coincide con el texto:
A-   Historiador
B-   Dador de voces
C-   Suelto de lengua
D-   Escribiente

6. La expresión “voto al diablo” se puede sustituir por:
A-   Va la madre
B-   No les da pena
C-   Lo que se está perdiendo
D-   La cara que van a poner

7.  La expresión “ser suelto de lengua” significa:
A-   Escribiente
B-   Lenguaraz
C-   Traductor
D-   Ladino

8. Cuando Rodrigo comenzó a dar voces llamó del sueño en su orden a:
A-   Jacobo, Pedro, Lope
B-   Lope, Pedro, Jacobo
C-   Jacobo, Lope, Pedro
D-   Pedro, Lope, Jacobo

9. El 12 de octubre de 1492, es una fecha memorable porque ese día se descubrió a:
A-   Europa
B-   América
C-   Marte
D-   Antioquia

10. La palabra carabela puede ser sustituida por:
A-   Carro
B-   Avión
C-   Barco
D-   Moto
NOTA: El trabajo se envía en formato de Word, el nombre del archivo de ser: comprensión lectora 1 y el nombre y grupo de quien lo envía, ejm: comprensión lectora 1 de fulanita Gómez de 7-1, el tiempo máximo para enviar el taller será hasta el jueves 23 de Abril de 2020. Recuerden que mi correo electrónico es klaudinha217@gmail.com.

-Si tiene alguna duda, me pueden escribir al correo que les mandé.

Mucha suerte!!!

Klaudia